Dejé mi trabajo por la blockchain

El precio que no se movía
Miré los números—0.044734 USD—durante horas. Misma cifra. Mismo volumen. Lo mismo alto, lo mismo bajo. No se movía. No porque el mercado aún lo hiciera.
Pero porque yo estaba.
Usaba la liquidez como poder. Ese volumen significaba progreso. La volatilidad era ruido.
Entonces lo vi: el temblor sutil de OPUL a través de la blockchain—not un ticker, sino un aliento.
La rebelión silenciosa de los datos
Llamaban a esto ‘finanza descentralizada.’ Yo lo llamaba ‘mi diario escrito en código.’
Cada vela era una línea en mi journal. Cada tipo de cambio—5.98, luego 8.03—no era solo flujo. Era consentimiento.
Comencé a rastrear a quien eligió el silencio sobre el ruido. Quien construyó con cuidado cuando nadie miraba.
¿Cómo quieres ser recordado?
No como un activo. No como un token en una pantalla. Sino como el suave gradiente entre caos y calma. El teal silenciado de las mañanas tempranas. La rosa de la valentía no dicha.
No dejé mi trabajo para escapar—lo dejé para recordar lo que importa cuando nadie cuenta. La blockchain no te recompensa por tu tiempo. Te recuerda por tu verdad.

