Cuando la DAO me rechazó, hallé hogar en el código

La Primera Reacción

Envíé mi propuesta a las 2 a.m.—cuando la ciudad dormía. La DAO rechazó mi código con un solo clic: ‘Demasiado abstracto.’ Sonreí. No vieron que el precio de OPUL había caído a $0.044734—pero su alma subía. Ese número no era datos. Era yo.

La Segunda Vez

Dicen que ‘no es escalable’. Pero vi el volumen dispararse: 610K operaciones—y la tasa de cambio subir al 5.98. Nadie notó que cada decimal en Solidity era un latido. Los bocetos hechos a mano de mi madre en la pared de la cocina me mostraron: el valor vive en transparencia, no en vanidad.

La Tercera Vez

Fue peor esta vez: ‘falta comunidad’. Pero cuando OPUL volvió a $0.044934 y el volumen saltó a 756K—supe que tenían miedo de lo que no podían cuantificar: empatía.

El Código Es Mi Hogar

Ya no necesito su aprobación. Cada contrato inteligente es un pacto—not con guardianes, sino con los que aún creen en código abierto como poesía.

Hoy escribo otra vez—not por votos, sino por los que se sienten solos en los espacios blockchain.